En la década de 1990, una mujer experimentó el milagro de dar a luz septillizos. Veamos cómo les está yendo a estos hermanos ahora.
Cuando los médicos revelan la noticia de que esperan gemelos, siempre es un shock. El esposo prevé un mayor ingreso, mientras que la esposa reflexiona sobre la inminente escasez de su ya limitado tiempo libre. Imagínense la euforia de Bobbie McCohugh cuando descubrió instantáneamente que no solo esperaba un bebé, sino siete. Eran parte de una familia bautista.
Bobby y Kenny McCohugh pasaron una parte importante de sus vidas dentro de los límites del sistema judicial de Iowa. Durante los días de semana, la trabajadora pareja trabajaba duro, soñando con comprar una casa lo antes posible. Los fines de semana, asistían regularmente a una función de la iglesia bautista. En enero de 1996, fueron bendecidos con su hija Mikayla.
Incluso antes de que Mikayla naciera, habían decidido que querían tres, tal vez incluso cuatro hijos. Sin embargo, los médicos le informaron a Bobby que tal vez no fuera posible.
Bobby comenzó a tomar medicamentos y pronto se encontró nuevamente embarazada. El asombroso hecho de que había siete embriones simultáneamente se reveló durante la primera ecografía. Los médicos advirtieron que era improbable llevarlos a término. Sin embargo, el 17 de noviembre de 1997 nacieron los niños Kenny, Nathan, Brandon y Joel, junto con las niñas Alexis, Natalie y Kelsey.
Toda la nación se dio cuenta de este extraordinario evento. Llegaron mensajes de felicitación de compatriotas, incluidas celebridades notables. Incluso, el expresidente envió sus mejores deseos para las nuevas incorporaciones a su familia. Los septillizos y sus encantados padres llegaron a los titulares, adornando las primeras planas de los periódicos.
La casa McCohugh era un centro de caos. Kenny McCohugh, que fabricaba muebles de cocina, también servía como diácono en una comunidad bautista pacífica los fines de semana. No podía abandonar su trabajo para ayudar a su esposa con los niños.
Sin embargo, la ayuda llegó en forma de familiares, vecinos y, sobre todo, voluntarios. Se elaboró un horario en el que alguien limpiaba la casa, alguien más alimentaba a los niños y alguien más se ocupaba de las compras.
Los generosos donantes contribuyeron con una casa de 500 metros cuadrados y una minivan para la joven familia. Les esperaba un suministro de pañales y ropa para dos años, junto con servicios de cuidado de niños parcialmente pagados. Las autoridades de Iowa confirmaron que los niños recibirían un estipendio mensual al ingresar a una universidad pública.