Esperar un hijo es uno de los momentos más esperados en la vida de una pareja. Desde el momento en que se enteran de que serán padres, rezan por un paquete de alegría saludable.
Conozcan a Olesia, una joven de Rusia, y su esposo Eugen, quienes se llenaron de alegría al recibir la noticia de que su familia crecería.
Su embarazo parecía ir sin problemas hasta que se reveló un desgarrador informe de ecografía. Los médicos revelaron que su bebé tendría malformaciones, con manos subdesarrolladas y órganos internos agrandados.
Los profesionales de la salud les aconsejaron que interrumpieran el embarazo, advirtiendo sobre la carga de por vida de tener un hijo con discapacidad.
Después de una cuidadosa consideración, Olesia y Eugen tomaron la valiente decisión de continuar con el embarazo. Cuando compartieron esta decisión con los médicos, se encontraron con indiferencia y se les pidió que firmaran una declaración reconociendo los resultados de la ecografía.
En los meses siguientes, sus preocupaciones crecieron, pero nunca vacilaron en su decisión de aceptar a su hija, sin importar los desafíos.
Luego llegó una fría noche de diciembre cuando se rompió la bolsa de agua de Olesia. Eugen la llevó rápidamente al hospital, esperando ansiosamente afuera durante el parto.
Tres horas después, llegó la bebé Nadejda. Los médicos la colocaron en el pecho de Olesia y dieron una noticia asombrosa: ¡una niña sana!
Los padres no podían creer lo que oían. Se apresuraron a compartir la increíble noticia con Eugen, quien tampoco podía creerlo.
Resultó que la ecografía inicial malinterpretó la situación debido a un gran mioma uterino de Olesia, un crecimiento no canceroso que puede aparecer durante el embarazo. Lo que parecían malformaciones eran, de hecho, estos crecimientos.
Olesia se sometió a una cirugía y, aunque perdió sus órganos femeninos, trajo al mundo a una hermosa y saludable niña.
Estos padres tomaron una valiente decisión que resultó ser la correcta.